Cuando sus padres murieron electrificados un día mientras tocaban rock con su banda, Ruky solo contaba con 3 años. Su tío se hizo cargo de él y le inculcó el amor por el heavy. Se hizo un nombre tocando por garajes y locales de mala muerte, donde eran tan comunes los conciertos como las peleas debido a las chicas y el alcohol. Con el tiempo sus manos se hicieron tan ágiles tocando la batería como destrozando caras en las comunes peleas en las que se veía envuelto. Su lema: ¡sexo, drogas y Rock and Roll!
Ahora está dispuesto a desplazar la música a un segundo plano de su vida y demostrar que puede triunfar en la lucha libre ya que muy pocos hasta ahora ha conseguido doblegarle en los muchos jaleos en los que se ha visto envuelto.
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